Durante su breve paso por el Wanderers Fútbol Club, el pensador y extremo derecho Pablo Lugüercio tuvo oportunidad de esbozar un catálogo de diferencias entre gente a ambas orillas del Río de la Plata.
Lugüercio (a.k.a «el Payaso») se refiere de este modo a los charrúas: «son afables y creen en el destino, a tal punto que al serles requerida una dirección señalan el horizonte e indican «por allá», aseveran con un «seguro» bien acentuado en la sílaba intermedia, y en medio de una explicación intercalan «ahí va, ahí va». Su despedida «pasen bien» denota el buen deseo por el otro, salpicado por cierta desidia. El clima oriental -en general más benigno, salvo lluvias torrenciales en Rocha- provoca cierta indolencia: su máxima aspiración en la vida es un trabajo estatal donde puedan «hacer playa» a partir de las 4. La comida es abundante, el Requesón, el postre Chajá y el dulce de leche Conaprole hacen mella en el colesterol de propios y ajenos.» Como se ve, el Payaso evita en su descripción caer en los lugares común del «tá» o el «pila», sino que penetra en la hermética alma del ser oriental: un sujeto de buen talante que se conforma con una lenta decadencia acariciada por el sol de Malvín.
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