El camino del infierno está lleno de falsos balbuceadores. Gente que pretende colocarse en un plano inexistente de vacilación y -como quien remonta un barrilete- hace judo moral con su interlocutor, ascendiendo al universo de los grises, pretendiendo arrimarse a una posición intermedia de la que secretamente desconfía. El falso balbuceador tremola para no tener que oponerse.
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