Las dos próximas “grandes cosas” son la televisión en el móvil (o formato tablet) y la televisión “on demand”. En las últimas dos décadas la industria deambuló entre indefiniciones menores: si el cliente estaba fijo o móvil, si el standard era ése u otro, si el contenido era el rey o no. Ahora todas las piezas encajan; sólo falta gente con sentido común para hacer bien los negocios. Las fuentes indican que en 2010 50 millones de personas estarán viendo contenidos televisivos adaptados para el móvil. En cuanto a VoD, está dando sus primeros pasos pues no hay standards tecnológicos, y aún se debate entre el iPTV (en la red del Operador) y el OTT (por fuera).
La manera más sencilla de alcanzar a los móviles con TV es usando alguna red existente de alta velocidad (HSDPA en Argentina) aunque, como se sabe, esta red existe sólo en el microcentro y en los barrios de mayor poder adquisitivo.
La norma DVB-H es la norma elegida en la Comunidad Europea, orientada a los handsets y propulsada por Nokia. DVB-H está en abierta competencia con la norma DMB lanzada en Corea, de la mano de los vendors LG y Samsung. Como contraste, Japón sigue la norma europea en su lanzamiento de FOMA con terminales Panasonic. A este respecto, la lista de “handsets ready” en Europa está creciendo, como se ve:
En los casos en que las operadoras intenten usar la red 3G (el HSDPA mencionado u otro), hay preocupación acerca de que esto no comprometa los servicios de voz y datos; de ahí el auge de las normas específicas para TV.
En efecto, había un grupo disidente de Viejas que en realidad regenteaba la sede Jorge Newbery con impunidad. Invadían el bar para jugar a las cartas y al Burako con manteles rojos; evitaban con cuidado cualquier consumición y despachaban con un gesto al incauto mozo que se acercara a ofrecerles un cafe.
En los ’60 el usuario de LatAm contempló el advenimiento de la TV como algo que se pagaba de movida, con el cash inicial del aparato. La emisión era gratis siguiendo el modelo norteamericando de pago de licencias y publicidad. En los ’80 -en particular en Argentina- comenzó la noción de pagar un abono mensual por una mejor imagen o por la ausencia de publicidad. Lo que ocurrirá ahora con la TV en el terminal móvil puede ser un mix de situaciones.
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