Ahí vamos un sábado a las siete de la mañana, con escenografía invernal y en competencia sinuosa con otros padres. La calle Paraguay es el camino: van los autos veloces, en muda caravana, salpicada de bocinazos o guiños ocasionales en giros, y dando pequeños barquinazos al rodear el Hospital de Niños. Todos en igualdad, añorando semáforos en fase que nos hagan llegar antes, o al menos indemnes. Todos nosotros, padres y promesas, tratando de llegar edificio que sea, al Normal 1, tal vez al Buenos Aires mismo, antes de la hora fatídica. Es una legión de camionetas 4×4 o autos de buen porte, atrás y amarrados van los hijos, como delicadas víctimas propiciatorias.
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