Pasan los años y éste sigue casi el único mensaje navideño que me gusta. Mérito de Alberto Montt, sin duda, y de cierta “frontalización” biológica por la cual el 90% de los cartoons me parecen una berretada. Felicidades, en todo caso, para los lectores de este blog, y que lo que venga se parezca más a una estrella que a la Estrella de la Muerte.
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