Cuando me quedo pensando en alguna cuestión laboral sin solución y tengo algo de tiempo, salgo a correr por el Trapezoide Infernal de Chacarita, no importa la hora que sea. Aunque el problema no se solucione, el ejercicio te da ideas, tranquilidad de espíritu y algunas calorías menos. Tarde de sol fantástica, otoñal, poca gente. En esto estaba yo, cuando al lado de la senda se abre de golpe la puerta de un Mercedes azul que estaba detenido. La puerta casi me lleva puesto. Me detuve.
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